El aeropuerto de Hacaritama, ubicado en Aguachica, Colombia, se ha convertido en un destino peculiar para los viajeros que buscan una experiencia única.
Con su sala de espera bajo la sombra de un frondoso árbol de mango, este pequeño aeropuerto ofrece un ambiente acogedor y rural, alejado del bullicio de las terminales tradicionales. Así, cuenta con solo dos salones, pero su encanto ha llevado a muchos a describirla como “estar en un cuento”.
Otros en cambio, critican la falta de recursos y la romantización de ello.
A pesar de no contar con tecnología moderna como bandas electrónicas para el chequeo de maletas, los pasajeros disfrutan de un proceso manual que les permite sumergirse en la sencillez caribeña aunque con un pequeño inconveniente: tienen que llegar con suficiente antelación para pasar a tiempo el control.
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